dimanche 15 décembre 2013

Cuando las mentiras te matan


En este blog, siempre he hecho hincapié en mi deseo de diversificar mis artículos: diversidad en las temáticas abordadas, las regiones del mundo o las poblaciones concernidas.  Después haber presentado una asociación humanitaria, un proyecto de ley para uniformizar un sistema de salud, los impactos sanitarios de la crisis sobre la gente o el trabajo de terreno del personal humanitario, quería hablar de una grave  traba al derecho a la salud que fue al centro de la actualidad hace pocos años: el escándalo de las prótesis PIP.

No es un secreto a voces, a muchas mujeres no le molestarían tener pechos más grandes. Y cada vez más mujeres deciden recurrir a la cirugía estética para acabar con este complejo físico. En el mejor caso, salen del hospital y pueden vivir normalmente. Pero eso no era el caso para todas las mujeres que recibieron prótesis PIP, hechas a base de goma industrial, o sea un producto totalmente inadaptado en medicina.

¿Qué ocurrió?

La empresa Poly-Implant Prothèse (PIP), creada en 1991, está al origen de ese escándalo de salud pública. A la cabeza de PIP, hay  un empresario francés, Jean-Claude Mas, que tiene muy poca experiencia en la producción de implantes. Durante casi veinte años, PIP fabricó una 100.000 prótesis mamarias al año y exportó sus productos hacia Europa y sobre todo en América Latina. Sin embargo,  Mas no fabricaba sus prótesis mamarias con la silicona autorizada y creó un nuevo gel al remplazar el 75% del gel autorizado por un gel industrial, menos más caro; de hecho era diez veces más barato que el homologado, lo que permitía a la empresa ahorrar un millón de euros al año. Es una silicona destinada a uso industrial es altamente tóxica (se utiliza normalmente en carburantes).

El escándalo estalló en marzo de 2010 gracias a las denuncias de cirujanos que habían constatado una mayor tasa de ruptura de las prótesis PIP. Alertada por organismos de defensa de la salud,  la Gendarmería investigó el caso y descubrió que la empresa hallaba  un gel industrial no homologado en sus plantas. Inmediatamente, las autoridades decidieron retirar las prótesis del mercado francés. En 2011, los casos de roturas e irritaciones aumentaron de manera muy preocupante  y se lanzó una alerta en toda Europa con vistas a advertir a la población de los riesgos sanitarios que representaban esas prótesis.



Comparación (1) prótesis “sana” realizada respectando las normas médicas y (2) una prótesis PIP retirada tras unos meses en el seno de una paciente.
 
 
El escenario más corriente es el siguiente: el implante se rompe, la paciente empieza a padecer muchas irritaciones o inflamaciones al entrar en contacto el gel con los tejidos mamarios. Muchas mujeres han desarrollado cánceres después de su operación pero hoy en día nada se ha podido demostrar a nivel clínico. Unas 30.000 ciudadanas francesas susceptibles de llevar prótesis mamarias defectuosas. De momento, ocho casos de cáncer en Francia han sido diagnosticados  –y 20 en todo el mundo.





Explicación y dibujo de un seno con reacción inflamatoria por la rotura de una prótesis (1) y del proceso para quitársela (2)
 
 
La situación en España
España formaba parte de los países compradores de los implantes y ahora existe una asociación que lucha para que se reconozca esa traba a la salud de la gente, la Asociación española de Afectadas por las Prótesis PIP. Está preparando una querella contra el Ministerio de Sanidad, porque no han controlado un producto que era comercializado en España y  "también contra los cirujanos por no notificar las complicaciones que se iban derivando de estas prótesis", así como contra los proveedores y las clínicas. La Asociación estima que hay unas 18.500 mujeres españolas con tales implantes mamarios defectuosos. Hasta junio de 2012 se habían notificado 1.930 incidentes en España y se habían retirado 1.451 prótesis.

¿Qué medidas han sido puestas en marcha?


Por su parte, en 2011 la Sanidad Pública francesa inmediatamente declaró que cobrara el gasto de retirar los implantes a todas las afectadas. Hasta 2013, 15.000 francesas han decidió pasar otra vez por el quirófano para quitárselas. Las autoridades también recomendaron la retirada de las prótesis y aún más si se sospechaba un caso de rotura. Además el estado se comprometió en sufragar los gastos que suponían esa cirugía. Por su parte, en España sólo se recomienda quitárselas si se trata de un caso de rotura y los gastos son a cargo de las víctimas.

¿Y hoy?

El juicio de Mas se ha acabado hace unos días y ha sido condenado a pagar una multa de 75.000 euros y a cuatro años de cárcel. Durante su juicio, ha afirmado que engaño voluntariamente a los inspectores pero todavía declara también que el nuevo producto no era dañino para la salud. Los unos 141 empleados de la empresa estaban al corriente del uso de este producto no autorizado. Sin embargo decidieron callarse sobre el escándalo porque temían que sus testigos se tradujeran por bajadas de salarios. El problema es que la empresa Poly Implant Prothèse (PIP) está en quiebra y los cinco acusados principales son insolventes, lo que dificulta la posibilidad de ofrecer indemnizaciones a las víctimas. Por fin, será el estado francés que se ocupará de las compensaciones pecuniarias. Sin embargo, los fondos públicos de indemnización son limitados por un techo de 4.200 euros por persona. Hoy por hoy algunas asociaciones de personas afectadas quieren que el caso sea entre las manos de la Unión europea para que las compensaciones sean mayores y que decisiones sean tomadas a un nivel internacional de manera a poner fin a este escándalo.

 
¿Por qué eso me indigna?
Bueno porque si las autoridades tantas francesas como españolas (u otro) hubieran hecho su trabajo de proteger a sus ciudadanos contra problemas tan graves como el uso de silicona industrial para implantes, se habrían evitado cánceres, muertes y otras reacciones inflamatorias. En este caso, los ciudadanos, mejor decir, ciudadanas no han beneficiado de su derecho a la salud. Por su falta de control del producto, de inspecciones en la fábrica, etc.  Las autoridades no han cumplido su función, la de garantizar acceso a material salubre y de proteger a su gente.
 
Fuentes:


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