lundi 7 octobre 2013

Crisis y salud, dos palabras que no van de la mano


La crisis financiera y económica no ha tenido solamente malos efectos o consecuencias sobre nuestras economías.  Cuando un país se derrumba económicamente, es todo el que se derrumba . Por eso, he decidido abordar el tema del impacto de la crisis sobre la salud y los sistemas sanitarios en España. Dada la importancia del asunto, los artículos de las semanas siguientes también tratarán de eso. Esta semana vamos a hablar del aumento de las desigualdades entre hombres y mujeres, una situación que conlleva un factor de riesgo sanitario para las mujeres.

            Una mujer no es un hombre, y por eso, la salud de una mujer no es la de un hombre, así pues el sexo es uno de los factores más determinantes de la salud de una persona. Como había subrayado la semana pasada, el derecho a la salud supone el goce de una situación laboral y condiciones de trabajo equilibradas y sanas. Sin embargo, según datos recientes, se produce en España un retroceso en indicadores de igualdad de género por causa de la crisis. De hecho, el país habría retrocedido 14 puestos en el ránking de países en la brecha de género solo en 2012.

            Hay más mujeres que hombres que han perdido su trabajo por la crisis y las que no han sido desempleadas se ven atribuir una tasa inferior de actividad así como un salario inferior en comparación a los hombres. En esta situación de desigualdad de género, los impactos de la crisis sobre los factores sociales de la salud serán diferentes en hombres y en mujeres. Algunos efectos de la crisis económica, como desempleo, pobreza o recortes en los sistemas de protección social afectarán de manera desigual a mujeres y a varones. Los datos de la Encuesta Nacional de Salud en 2011-2012 demuestran que las mujeres perciben peor su salud que los varones, padecen más enfermedades crónicas, acuden más a las consultas médicas de atención primaria y consumen más medicamentos.

El gobierno español ha decidido imponer recortes en los servicios públicos, sanitarios y sociales tras la crisis. Ese nuevo sistema basa el derecho a la sanidad pública en el aseguramiento, y puesto que las mujeres tienen menores tasas de empleo, serán más frecuentemente asimiladas como beneficiarias (persona que tiene derecho a percibir una prestación de la Seguridad Social), en lugar de aseguradas, con las consecuencias que esto supone sobre su independencia y autonomía en el uso de su derecho a la salud. Así pues, si ellas padecen más enfermedades crónicas y discapacidad, y consumen más medicamentos, se verán más afectadas por las medidas de copago farmacéutico y de otras prestaciones. En otras palabras, en sistemas de salud no solidarios, las mujeres pagan más por su salud.

Otro aspecto importante, es que en situaciones de crisis se trasladan aún más responsabilidades de cuidado a las familias o a personas con limitación de su autonomía y esas cargas recaen sobre los hombros de las mujeres. En este contexto, los recortes en los servicios públicos de atención a personas dependientes y a sus cuidadoras, afectarán de manera muy desigual a hombres y a mujeres, con el consecuente impacto diferencial sobre su salud.

De momento, no sabemos si la violencia de género va a ser agravada por la crisis, sin embargo está claro que otros problemas de salud, como las enfermedades crónicas o la tasa de estrés, no se podrán demostrar antes de varios años. Tras los problemas derivados directamente de la crisis y los provocados por las políticas del gobierno, veremos empeorar la situación de salud de las españolas en un futuro.

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